Generación del 98: Contexto Histórico
El Siglo XIX termina en España con una grave crisis: el fin del imperio colonial español. En 1895, se produce el levantamiento de Cuba y en 1896 el de Filipina, últimas colonias de España en América. España, aunque reacciona ante las revueltas, sufre una derrota total y en 1898 se ve obligada a firmar el Tratado de París, por el que Cuba consigue la independencia, mientras que Filipinas y Puerto Rico quedan bajo el control de Estados Unidos.
Este acontecimiento provocó en España una ola de indignación y protesta que se manifestó en la literatura a través de los escritores de la Generación del 98. Esta generación canaliza la impotencia, la frustración y desazón histórica de los españoles después de haber perdido sus últimas colonias ultramarinas.
Este acontecimiento provocó en España una ola de indignación y protesta que se manifestó en la literatura a través de los escritores de la Generación del 98. Esta generación canaliza la impotencia, la frustración y desazón histórica de los españoles después de haber perdido sus últimas colonias ultramarinas.
Características de la generación del 98
Sus principales componentes son : Miguel de Unamuno, José Martínez Ruíz, Valle - Inclán, Pío Baroja, Azorín y Antonio Machado. Ellos nacen entre 1864 y 1875.
El acontecimiento histórico que los une es la decadencia española y el desastre de 1898.
Tienen que encarar la imagen lamentable que presenta España, que ha caído en la apatía y el desinterés.
Es una generación de lacerante diagnóstico. Analizan los males de España e intentan proponer soluciones. Se rebelan y protestan ante el atraso de su país. Esto hace que propongan soluciones para la reconstrucción de la agricultura, la educación, la cultura y la economía. También proponen la integración de España y Europa.
Se preocupan por encontrar la verdadera esencia o alma de España y el sentido de la vida. Destacan, especialmente, en el ensayo. Su búsqueda de la identidad de España es a través de la historia, el paisaje y la literatura.
Exaltan los valores nacionales y patrióticos, a medida que adquieren un mayor conocimiento y aprecio de España. Por ello, a pesar de la crítica que realizan a la apatía y conformismo, también retoman viejos e inmortales iconos de grandeza : El Cid y el Quijote.El acontecimiento histórico que los une es la decadencia española y el desastre de 1898.
Tienen que encarar la imagen lamentable que presenta España, que ha caído en la apatía y el desinterés.
Es una generación de lacerante diagnóstico. Analizan los males de España e intentan proponer soluciones. Se rebelan y protestan ante el atraso de su país. Esto hace que propongan soluciones para la reconstrucción de la agricultura, la educación, la cultura y la economía. También proponen la integración de España y Europa.
Se preocupan por encontrar la verdadera esencia o alma de España y el sentido de la vida. Destacan, especialmente, en el ensayo. Su búsqueda de la identidad de España es a través de la historia, el paisaje y la literatura.
Ato[editar]
La europeización: La cultura española pierde su carácter tradicional y se deja influenciar según modelos extranjeros, especialmente alemanes, ingleses y franceses.
El Autodidactismo: Se refiere a que los escritores de esta generación son autodidactas; llevan a la prensa y al libro sus ideas y sus doctrinas.
La Rebeldía: Toda la labor de la generación del Noventa y Ocho está caracterizada por un noble deseo renovador.
El Estilo: Los escritores del Noventa y Ocho estudian concienzudamente el lenguaje, aprovechando el origen etimológico de las palabras. Es de sobra sabido que había una gran diferencia entre los autores del 98 en cuanto al estilo se refiere, pero a la vez tenían en común una actitud crítica e interrogativa, y muchas ganas de modernizar y liberalizar España.
Actividades: 1- Realice un esquema sobre el contexto histórico y sus características.
Lea atentamente el argumento de la novela Niebla de Miguel de Unamuno.
A la luz de lo leído: realiza un comentario de texto corto, pero contundente e identifica las características de la Generación del 98.
Argumento de la novela Niebla
En la novela ("nivola") Augusto va a ver a Unamuno y éste le dice que no puede suicidarse porque no vive solo, sino que es un ente de ficción. Después se da cuenta de que todo es un sueño, un sueño de su vida.
Augusto se rebela contra su no-existencia. Al final muere y le manda un telegrama a Unamuno en el que le dice "enhorabuena, se ha salido usted con la suya". La novela termina con una oración fúnebre a cargo de Orfeo, el perro de Augusto.
Toda la novela se configura como una extensa confesión metafísica. Unamuno se despieza a sí mismo, se convierte en ficción, se reinventa. Por ello su personaje acaba cobrando vida: la pretensión de la obra es cohesionar de tal forma ficción y realidad que el propio lector se sienta confuso, cierre las páginas del libro preguntándose aún qué hay de cierto y qué hay de novelesco (de nivolesco) en él. De esta forma se transportan al sentir de Miguel por entonces: un periodo de crisis, de preguntas, de vacíos espirituales.
Es interesante al respecto uno de los párrafos del libro, referente al novio de la amada del protagonista. Cuando aparece, Augusto Pérez se pregunta a sí mismo qué papel juega en su vida, en la vida de ella. Él es, ahora, el otro. Y jugando con ese pronombre Unamuno se embarca en una divagación filosófica acerca de la personalidad y el rol que interpretamos tanto en nuestra vida como en la de los demás.
Si bien, por otra parte, Niebla es la rebeldía hecha prosa, por el hecho de ser el primer representante del nuevo género "nivola", Augusto es también un rebelde (frágil al final, pero rebelde). La visita a casa del propio Unamuno es prueba de ello. El personaje no se conforma con una vida de títere, no manejada a su antojo. Como confesará:
"–¡Quiero ser yo, ser yo!, ¡quiero vivir! ––y le lloraba la voz."
"–¿Conque no, eh? ––me dijo––, ¿conque no? No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme: ¿conque no lo quiere?, ¿conque he de morir ente de ficción? Pues bien, mi señor creador don Miguel, ¡también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de que salió...! ¡Dios dejará de soñarle! ¡Se morirá usted, sí, se morirá, aunque no lo quiera; se morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos, todos, todos sin quedar uno! ¡Entes de ficción como yo; lo mismo que yo! Se morirán todos, todos, todos. Os lo digo yo, Augusto Pérez, ente ficticio como vosotros, nivolesco lo mismo que vosotros. Porque usted, mi creador, mi don Miguel, no es usted más que otro ente nivolesco, y entes nivolescos sus lectores, lo mismo que yo, que Augusto Pérez, que su víctima..."
Es decir, se trata de la vida de alguien que lucha contra el determinismo divino pero que acaba, tras un periodo revulsivo, aceptando el destino que le haya sido marcado:
"Este supremo esfuerzo de pasión de vida, de ansia de inmortalidad, le dejó extenuado al pobre Augusto"
"Y le empujé a la puerta, por la que salió cabizbajo. Luego se tanteó como si dudase ya de su propia existencia."
Es necesario, asimismo, hacer referencia al concepto de inmortalidad que el libro trata. Para ello conviene saber que a Unamuno siempre le preocupó el tema de la inmortalidad, del qué detrás de la muerte (como ya se explaya en Del sentimiento trágico de la vida... ). Y este libro es quizá en ese sentido un desahogo, o un campo de pruebas acerca de si la inmortalidad es posible, si se puede perdurar tras de la muerte.
Aunque sea tratar otro libro (Del sentimiento trágico...), es interesante mencionar que para Unamuno la inmortalidad es posible siempre y cuando quede alguien en el mundo material que nos piense, que nos recuerde. Por ello en Niebla se leen referencias tales como:
"¡Dios dejará de soñarle!"
"–No se sueña dos veces el mismo sueño. Ese que usted vuelva a soñar y crea soy yo será otro. Y ahora, ahora que está usted dormido y soñando y que reconoce usted estarlo y que yo soy un sueño y reconozco serlo, ahora vuelvo a decirle a usted lo que tanto... "
En resumen, el libro es una excusa para preguntarnos sobre nuestra existencia, tanto física como espiritual.
- Estimados estudiantes, lean atentamente un fragmento del cap. XVII de la novela Niebla; identifica algunas características propias de la Generación del 98.
- Lo que hay es diálogo; sobre todo diálogo. La cosa es que los personajes hablen, que hablen mucho, aunque no digan nada.
- Eso te lo habrá insinuado Elena, ¿eh?
- ¿Por qué?
- Porque una vez que me pidió una novela para matar el tiempo, recuerdo que me dijo que tuviese mucho diálogo y muy cortado.
- Sí, cuando en una que lee se encuentra con largas descripciones, sermones o relatos, los salta diciendo: ¡paja!, ¡paja!, ¡paja! Para ella sólo el diálogo no es paja. Y ya ves tú, puede muy bien repartirse un sermón en un diálogo ...
- ¿Y por qué será esto?
- Pues porque a la gente le gusta la conversación por la conversación misma, aunque no diga nada. Hay quien no resiste un discurso de media hora y se está tres horas charlando en un café. Es el encanto de la conversación, de hablar por hablar, del hablar roto a interrumpido.
- También a mí el tono de discurso me carga ...
- Sí, es la complacencia del hombre en el hablá, y en el habla viva ... Y sobre todo que parezca que el autor no dice las cosas por sí, no nos molesta con su personalidad, con su yo satánico. Aunque, por supuesto, todo lo que digan mis personajes lo digo yo ...
- Eso hasta cierto punto ...
- ¿Cómo hasta cierto punto?
- Sí, que empezarás creyendo que los llevas tú, de tu mano, y es fácil que acabes convenciéndote de que son ellos los que te llevan. Es muy frecuente que un autor acabe por ser juguete de sus ficciones ...
- Tal vez, pero el caso es que en esa novela pienso meter todo lo que se me ocurra, sea como fuere.
- Pues acabará no siendo novela.
- No, será... será... nivola.
- Y ¿qué es eso, qué es nivola?
- Pues le he oído contar a Manuel Machado, el poeta, el hermano de Antonio, que una vez le llevó a don Eduardo Benoit, para leérselo, un soneto que estaba en alejandrinos o en no sé qué otra forma heterodoxa. Se lo leyó y don Eduardo le dijo: Pero ¡eso no es soneto! ... No, señor -le contestó Machado-, no es soneto, es ... sonite. Pues así con mi novela, no va a ser novela, sino... ¿cómo dije?, navilo ...nebulo, no, no, nivola, eso es, ¡nivola! Así nadie tendrá derecho a decir que deroga las leyes de su género ... Invento el género, al inventar un género no es más que darle un nombre nuevo, y le doy las leyes que me place. ¡Y mucho diálogo!
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